sábado, 29 de marzo de 2014

La hora nazi

Hoy nos obligan a cambiar la hora para ahorrar energía, dicen. Muy bien. Lo que no cuentan es que seguimos fuera de sitio. España no pertenece al huso horario donde estamos en estos momentos, que fue adoptado por la dictadura de Franco en 1942 con el fin de sintonizar los relojes de nuestro país a los de la Alemania de Adolf Hitler. Y ahí seguimos, 72 años después, con la hora nazi.

Antes de este despropósito, España se regía por el horario que le corresponde por su situación geográfica, el mismo que Inglaterra. Ningún gobierno de la democracia ha tenido el buen tino de devolvernos la hora robada. Todo un símbolo de la ignominia, la mentira y el descrédito de esta carcomida comedia bufa que se viene representando en nuestro país desde hace décadas, y que está llegando a su paroxismo en los últimos años.

               
                                                                     © Angelo Prey

No es el único despropósito. Las ciudades del desmembrado Estado siguen repletas de objetos y nombres de aquella época. Generales sanguinarios que debían haber sido juzgados por crímenes contra la humanidad titulan calles y plazas, monumentos grandielocuentes y soeces se erigen en recuerdo de la masacre golpista de los vencedores de la guerra civil (el Arco de Triunfo de Moncloa en Madrid es una gigantesca y horripilante muestra de ello).

En consonancia con este parque temático del horror, estos días hemos asistido a una performance típica de este pueblo verbenero, a una de sus fiestas preferidas: la necrofilia. Aquí hay que estirar la pata para que te saquen en los periódicos y te pongan por las nubes. Los que más te jodieron son los primeros que se presentan vestidos de negro a cantar las alabanzas de lo bueno que eras, de lo bien que lo hiciste. Las gacetas se hartan de publicar fotos amarillentas que mueven a la nostalgia... ¡Qué jóvenes éramos entonces... qué bien estábamos... ¿te acuerdas?... aquello era la hostia. ¡Mentira! Aquello era una cloaca, un corral infecto. El paso del tiempo lo camufla. Y la memoria es débil y se vende al mejor postor con enorme facilidad. Es evidente que de aquellas aguas tenemos ahora estos lodos.


                          © Angelo Prey

Pasamos y seguimos pasando por el aro con una facilidad tremenda. Nos tragamos anzuelos tan grandes como los que se usan para pescar atunes. Ahora, con la hora de verano, con sus días eternos, a las terrazas en panda hasta las tantas, a celebrar la crisis. ¡Unos gin tonics con bayas de enebro, pimienta rosa, pepino de Madagascar y pétalos de plástico radioactivo, para celebrar lo bien que se vive en este país! ¡Como aquí en ninguna parte! Lo del paro, los desaucios y la pobreza no son más que demagogias de la oposición y de los envidiosos. Y los que protestan, unos delincuentes y unos terroristas. Aquí los únicos que se manifestan como es debido son los obispos y las monjas, gente de orden que sabe lo que se trae entre manos y bajo las faldas.